Las vigencias futuras y la reforma al sistema de regalías


Las vigencias futuras y la reforma al sistema de regalías
Libardo Gómez Sánchez, Diario del Huila, Neiva, noviembre 15 de 2010
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En su premura por despojar a los municipios receptores de regalías, por concepto de la explotación de recursos naturales encontrados en su subsuelo, meras compensaciones por los desastres ambientales y sociales que generan este tipo de actividades extractivas de ricos minerales, el gobierno se ha visto en la tarea de deshacer las obligaciones, que estos mismos municipios adquirieron en el pasado comprometiendo los recursos a futuro, para financiar los llamados Planes Departamentales de Agua, programa promovido por el gobierno anterior, con el ánimo de armar una sola bolsa de recursos en cabeza suya y poder de esta manera manipular la contratación a su antojo y conveniencia y de paso poniendo en serio riesgo el futuro del suministro de agua potable y el manejo de aguas servidas a la inmensa mayoría de la población en Colombia.
Mediante el documento Conpes 3463 de marzo de 2007, el gobierno abrió las puertas para que los municipios y departamentos mediante acuerdos y ordenanzas, dispusieran de rentas futuras y las amarraran a estos planes, que incluyen costosas Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales, que no resuelven el manejo de las aguas negras, resultan onerosas en su operación y terminan por incrementar los recibos de cobro del servicio de agua y alcantarillado. Bajo la amenaza de no apoyar a quienes se acogieran a estos planes, indujo a la mayoría a adelantar el gasto. Ahora cuando Santos cursa en el congreso un proyecto de ley, modificatorio de la constitución, para disponer de las regalías de los municipios mineros, se percató de que la norma anterior va en contravía de sus propósitos y apelando a la Contraloría, la Procuraduría, la Auditoria y el Ministerio de Hacienda, convierte hoy en ilegal lo que legalizó en el inmediato pasado.
Es típico en estos gobiernos títeres del capital bailar al son que les toquen los organismos multilaterales de crédito y las potencias extranjeras, no logran desarrollar propuestas autóctonas. Por ejemplo, ahora que la crisis mundial continúa creciendo y las potencias económicas toman decisiones unilaterales que afectan nuestras economías, los voceros oficiales que en el pasado se desgarraban las vestiduras invocando la urgencia de la suscripción de un TLC con los Estados Unidos, ante la evidencia de su imposibilidad, por la política proteccionista adoptada por esa nación, confiesan desvergonzadamente, que podemos vivir sin él y que quien más pierde es ese país.
Mientras la reunión del G20, de la semana anterior, dejó en claro que las naciones del primer mundo y las tres emergentes se dedicarán a hacer crecer su mercado interno, a disponer de cuanta medida sea necesaria para subvaluar sus monedas, de tal forma que no pierdan competitividad en el comercio internacional, los gobiernos bobalicones y arrodillados del tercer mundo, como el nuestro, mantendrán la monserga del libre comercio y las concesiones a la inversión extranjera, dejando al garete el único mercado que garantiza progreso: el propio.
El panorama mundial está lleno de nubarrones, la solicitud de Irlanda de ayuda a la UE para honrar sus obligaciones, la carrera que en el mismo sentido adelanta España y que ya Grecia tuvo que emplear, la decisión de Obama de emitir dólares por montón, son el presagio de una puja muy dura, que hoy llaman “guerra de divisas” pero que mañana, como ocurrió en el pasado, podría terminar en una confrontación abierta, que sin duda daría lugar a un nuevo orden global. Nos corresponde prepararnos para esos sucesos, por que allí podría presentarse la oportunidad de una segunda independencia.

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